miércoles, 13 de abril de 2011

NO FUE LA MANO DE DIOS....(Resumen del domingo 10 de abril)



Desde aquel ya lejano asado con el que se cerró el período futbolero 2010, que estos incansables jugadores de picados no se reunían todos juntos alrededor de una pelota.

El inicio del período 2011, los recibió con una noticia que amenazaba frustrar la continuidad de los encuentros domingueros: El reducto llamado “La Maltería”, ese lugar que cobijó durante tres años los sueños y las realidades futbolísticas de cada uno de ellos como jugadores de fútbol amateur semana tras semana, se había vendido, y sus nuevos dueños, lejos de continuar con la explotación de la cancha de fútbol como tal, decidieron cerrarla definitivamente.

Esa noticia sacudió al grupo de tal manera, que el tan ansiado retorno al encuentro futbolero de cada domingo, se retrasó mucho más tiempo del que el más pesimista de todos hubiera pensado.

No se conseguía ninguna cancha, y semana tras semana se renovaba la frustración de querer jugar, y no poder hacerlo.

Algunos buscaban canchas, otros esperaban ansiosos el comienzo del año futbolístico, varios intentaban reemplazar el futbol del domingo jugando otros días de la semana. Sin embargo, el vacío de los domingos a la mañana, se hacía sentir cada vez más fuerte.

De repente, sucedió algo que nadie esperaba. Esos acontecimientos que cuando nos enteramos que ocurrieron, tenemos como primera respuesta la negación de lo que estamos escuchando. La noticia del fallecimiento de Luisito, el arquero del grupo, corrió de integrante en integrante muy rápidamente, y entonces la angustia fue total.

Poco a poco, relajados porque la comunicación entre varios de ellos, hizo que al recordar anécdotas vividas junto a ese tipo fuera de serie amortiguara el golpe, la idea de retomar el picado dominguero volviera a tomar forma.

Así, decidieron alquilar una cancha algo mas pequeña que aquella de “La Maltería”, y finalmente volvieron a verse, a jugar, a reírse y a putearse, a hacer y a recibir goles.

Claro que ese regreso, no significó simplemente volver a jugar, y comenzar un nuevo año de fútbol. Ese regreso fue chocar con la realidad de no verlo a Luisito calzándose los guantes, ponerse el buzo amarillo, entrar en calor con quien quisiera pelotearlo un rato…

Alguien colgó en uno de los arcos, el buzo de Luis. Varios lo vieron y supieron el significado. Otros lo observaron, y no supieron que hacía ese buzo allí. Los menos, ni siquiera se dieron cuenta que en el arco del paredón había un buzo colgado…

El significado de ese buzo era claro: Luis no había faltado a la cita, y allí estaba, una vez más, dispuesto a jugar aquel picado. Claro que, seguramente, lo haría de otra forma a la habitual.

Comienza el partido, con la participación de diecinueve jugadores, a los que luego se sumó uno más. No estaba nada mal haber convocado veinte almas en el primer partido del año. Veinte más el buzo, habían sido finalmente veintiuno los jugadores de ese soleado domingo de abril.

Gol tras gol, pifiada tras pifiada, caño tras caño, y excusa tras excusa, el picado fue transcurriendo por los caminos comunes de cada domingo. Ningún foul, casi ninguna discusión, muchas sonrisas, y varios intentos de juego bonito fueron los denominadores comunes del reencuentro.

Sin embargo, y de repente, se desató un cruce de opiniones sobre una jugada. Luego de una serie de rebotes en el área no demarcada del arco contrario al que tenía colgado el buzo de Luis, un cabezazo logra superar al arquero y va en su recorrido, inexorablemente a convertirse en gol.

Pero no fue gol. O, mejor dicho, si, fue gol.

¿Cómo puede ser eso? ¿Fue gol o no fue gol? La pelota, jamás entró al arco, sin embargo el grupo decidió que fuera gol.

Resulta extraño explicar como en un picado, se decide cobrar un gol luego de una especie de asamblea instantánea de jugadores, ante una jugada polémica.

Esa pelota enviada por el cabezazo de un delantero que superó en su vuelo la resistencia del arquero y que iba directamente a ingresar al arco para que el equipo gritara el gol, no superó jamás la línea de gol. Una mano se interpuso en su camino. Todos acusaron al defensor de cometer una falta, de impedir el gol. Apostaron a amonestarlo, a ponerle una tarjeta roja tácita. Quisieron cobrar penal, y terminaron cobrando gol.

El defensor se defendió afirmando que no era ilegal tocar la pelota con la mano, y que, en todo caso, debía cobrarse la sanción correspondiente. Lo pusieron entre la espada y la pared: - Es gol, o cobramos penal pero te vas expulsado, y no jugás más…

Fue tan extraño ese momento del picado, que hasta aquí jamás había sucedido algo parecido. Se decidió cobrar gol, y continuar con el partido. La primera vez en la historia del fútbol que se cobra un gol, aún sabiendo todos los protagonistas que la pelota jamás ingresó al arco…

Alguna vez, un árbitro cobró un gol hecho con la mano en un mundial. Aquella mano, luego fue llamada “La mano de Dios”, nombre que le adjudicó su propio autor, un tal Diego…

Ésta vez, los jugadores del picado de cada domingo, cobraron un gol que nunca fue. Un gol que despertó la sonrisa de todos al finalizar el partido.

Un gol que no evitó, una vez mas, ni la mano del defensor ni aquella mano de Dios. La mano que evitó que la pelota entrara en el arco, sin lugar a dudas, fue la mano de Luisito…


GUSTAVO LEVINE

jueves, 7 de abril de 2011

EL DOMINGO VOLVEMOS!!!!

WARNES 2372 (frente al Carrefour) Al lado del Hospital Alvear....